La sumisión del rey Jehú en el siglo IX a.C.
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Este bajorrelieve adorna un obelisco negro (Museo Británico) desenterrado en Nimroud (Irak), la antigua Kalkhu, capital del Imperio neoasirio en los siglos IX-VIII. El monumento celebra el éxito del rey Salmanazar III, que fue honrado por sus vasallos tras dirigir varias campañas militares en Oriente Próximo.
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Los portadores marchan en procesión a lo largo de los cuatro lados del obelisco para llevar al conquistador su tributo: cosechas, armas, vajilla, animales domésticos o animales exóticos como monos o elefantes. Cada fila corresponde a un territorio identificado por una leyenda.
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Traducción de estas inscripciones en lengua acadia y escritura cuneiforme: «Jehú, hijo de Omri: recibí de él plata, oro, una copa de oro, un vaso de oro con base puntiaguda, copas de oro, cubos de oro y peltre, cetros para un rey y lanzas».
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El texto bíblico (2 Reyes 9-10) no dice nada sobre la sumisión de Jehú al poder asirio. Jehú reinó de 841 a 814 aproximadamente.