¡Hola peregrinos!

Para prepararnos a la peregrinación a Egipto del próximo mes de octubre, he aquí unas breves reflexiones que espero sean útiles e incisivas. ¡Disfruta de la lectura!

Emanuelle Pastore

mensaje del 29 de junio de 2023

Queridos peregrinos,

Para prepararnos para uno de los momentos más emblemáticos de nuestro viaje, la ascensión al monte Sinaí, te propongo que leas un fragmento del diario de viaje de Egeria, una peregrina del siglo IV.

Egeria fue una gran dama de Occidente (de la Galia o de la Península Ibérica, es difícil decirlo). Fue a Jerusalén en 381; durante tres años visitó todos los lugares santos del Próximo Oriente cristiano, no sólo en Palestina, sino también en Egipto, Sinaí, Transjordania y Siria. Desde Constantinopla, donde hizo escala tras su viaje, escribió a sus corresponsales occidentales sobre su viaje, describiendo todos los lugares santos que había visitado y, con especial detalle, la liturgia que había visto celebrar en los santuarios de Jerusalén. Se trata de uno de los escritos más raros de una mujer en la antigüedad. Es un relato delicioso, revelador de una personalidad, una mina de información sobre los inicios de la peregrinación cristiana en Oriente Próximo y un importante testimonio del latín que se hablaba en el siglo IV: estas cualidades le han granjeado muchos lectores desde su descubrimiento hace poco más de un siglo.

Emanuelle Pastore

La ascensión al Sinaí [Samedi 16 décembre 383]

3 Pasamos allí la noche y luego, de madrugada

4 domingo, en compañía de este sacerdote y de los monjes que

5 se alojaban allí, empezamos a subir el

6 cada una de estas montañas. Con gran pesar

7 escalas estas montañas, porque no las escalas

8 poco a poco, dando vueltas, como se suele decir, pero tú

9 sube en línea recta, como una pared, y tienes que bajar

10 en línea recta por cada una de estas montañas, hasta llegar

11 justo debajo del del medio, el propio Sinaí.

12 2. Ainsi assistée, selon le bon vouloir du Christ notre Dieu,

13 por las oraciones de los santos que me acompañaban, y no sin

14 un gran problema, ya que tuve que hacer el ascenso a pie

15 absolutamente imposible de hacer a caballo, no sentí ninguna

16 mi dolor – y si no sentí mi dolor, es porque no sentí mi dolor.

17 que el deseo que tuve, lo vi realizado según el bien

18 voluntad de Dios. En la cuarta hora, somos

19 llegó a la cima de la montaña sagrada de Dios, el Sinaí, allí

20 donde fue dada la Ley, en el lugar donde la majestad de

21 Dios aquel día en que la montaña humeaba. 3. En aquel

22 lugar, ahora hay una iglesia; no una grande, porque esta

23 lugar también – la cima de la montaña – no es muy

— 133 —

1 grande, pero la iglesia en sí es de gran belleza.

2 4. Donc, comme, selon le bon vouloir de Dieu, nous avions

3 completado el ascenso a la cima y había llegado a la puerta de entrada a

4 esta iglesia, he aquí que vino a nuestro encuentro, llegando de su

5 ermita, el sacerdote encargado de la iglesia, un anciano

6 bien conservado, monje desde muy joven y, según dicen

7 aquí ascitis (asceta), en resumen un hombre digno de estar en este lugar. Vin-

8 otros sacerdotes a reunirse con nosotros, así como todos los

9 monjes que vivían allí, en las cercanías de este mon-

10 tagne, al menos los que no estaban impedidos por la edad o la

11 por debilidad. 5. Sin embargo, nadie vive en la cumbre

12 mismo desde esta montaña del centro; no hay nada más allí

13 que sólo la iglesia y la gruta donde estuvo San Moisés. 6. Tenemos

14 leyó todo este pasaje del libro de Moisés, y luego hizo

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1 la oblación de la manera habitual, y luego comu-

2 negado; al salir de la iglesia, los sacerdotes de aquel lugar

3 nos han dado, a modo de elogios, frutos que crecen en

4 esta montaña. Pues aunque el monte santo del Sinaí

5 es tan completamente rocosa que ni siquiera tiene un

6 arbusto, allí abajo, sin embargo, muy cerca del pie de estas montañas,

7 tanto alrededor del que está en el centro como los de los alrededores,

8 hay un poco de tierra. Inmediatamente los santos monjes plantaron,

9 dependiendo de la diligencia con que trabajen, árboles pequeños, y se

10 cultivan pequeños huertos y cosechas, y junto a sus

11 ermitas. Se diría que están recogiendo algunos de los frutos de la

12 tierra de la propia montaña, mientras que ellos las obtuvieron de la

13 obra de sus manos. 7. Cuando hubimos comulgado, que

14 estos santos nos habían hecho panegíricos y estábamos

— 137 —

1 salí fuera, a la puerta de la iglesia, y entonces empecé a

2 pídeles que nos muestren cada uno de los sitios. En cuanto éstos

3 santos se han dignado a mostrárnoslos todos. Nos han mostrado el

4 gruta donde estaba San Moisés cuando, por segunda vez, se

5 subió al monte de Dios para recibir de nuevo la

6 mesas, después de haber roto la primera a causa del pecado de los

7 personas; y los otros sitios que queríamos ver o aquellos

8 que ellos mismos conocían mejor, se dignaron dárnoslos.

9 espectáculo. 8. Quiero que sepáis, venerables damas y caballeros

10 hermanas, que desde donde estábamos – alrededor de la

11 muros de la iglesia, en la cima de la montaña intermedia – estos

12 montañas que antes nos había costado subir

13 parecía ser mucho más bajo que en el que estábamos

14 del entorno en el que nos encontrábamos, que los hubiéramos considerado de

15 pequeñas colinas, aunque sean mucho más

16 inmenso que no creo haber visto nunca uno más

17 alto, a excepción del del centro, que era

18 muchos. Egipto, Palestina, el Mar Rojo y el Mar

19 Parteniense, que se extiende cerca de Alejandría, así como el

20 inmensos territorios de los sarracenos, podíamos verlos desde allí a-

21 por debajo de nosotros, de una forma difícil de creer.

22 santos nos los mostraron punto por punto.

Cap. 4

23 4, 1. Lors donc qu’eut été totalement comblé le désir qui

24 nos había instado a realizar esta ascensión, decidimos hacerlo nosotros mismos.

— 139 —

1 descender de la cima de la montaña de Dios, donde

2 que habíamos subido, a otra montaña que se alcanza-

3 el lugar se llama «en Choreb» y hay una iglesia.

4 2. Cet endroit de Choreb est celui où se tint saint Élie le pro-

5 después de huir de la cara del rey Acab, y donde Dios le habló

6 diciendo: «Elías, ¿qué haces aquí?», como está escrito

7 en los libros de los Reinos. De hecho, la cueva donde San

8 Elías, todavía hoy se muestra allí, frente a la puerta de

9 la iglesia que está allí; también muestran el altar de piedra que se está

10 su santo Elías para ofrecer un sacrificio a Dios, como aquellos santos

11 se dignó a mostrárnoslo punto por punto. 3. Aquí tenemos

12 también hizo la oblación y una oración muy ferviente, y luego leemos esto

13 pasaje del libro de Reinos. Esto es lo que quería

14 siempre lo más para nosotros: que dondequiera que fuéramos, la gente

15 lee siempre en voz alta el pasaje correspondiente de la Biblia.

16 4. Lorsque, là aussi, on eut fait l’oblation, nous nous sommes

17 nos dirigimos a otro lugar no muy lejano, que

18 mostraron a sacerdotes y monjes: éste era el lugar donde el

— 141 —

1 san Aarón, con los setenta ancianos, mientras que san

2 Moisés recibió del Señor la Ley para los hijos de Israel. A

3 En este lugar, aunque no hay ningún edificio, hay un

4 enorme roca circular, plana en su parte superior, donde se dice que

5 Estos santos están allí de pie; en medio hay un altar.

6 hecha de piedras. Este pasaje del libro de Moisés también se ha leído aquí y

7 dice un salmo apropiado al lugar; luego, tras hacer un

8 oración, bajamos de allí. 5. Y he aquí que él

9 comenzó a ser cerca de la hora octava, y estábamos-

10 aún le quedaban cinco kilómetros para salir completamente de

11 estas montañas de donde habíamos partido la tarde anterior.

12 Pero no debíamos salir por donde habíamos entrado,

13 como he dicho antes, porque tuvimos que recorrer todo el

14 todos los lugares santos y visitar todas las ermitas que había,

15 y salir al final del valle que he mencionado antes

16 alto, es decir, el valle al pie de la montaña.

17 El país de Dios. 6. Por eso tuvimos que salir en el ex-

18 el valle; porque había muchos hermi-

19 tajes de hombres santos y una iglesia en el lugar donde el

20 arbusto, un arbusto que aún hoy se mantiene fuerte, portando

21 de los brotes.

— 143 —

1 7. Après avoir achevé la descente de la montagne de Dieu,

2 Llegamos al arbusto hacia la hora décima. Era

3 de esta zarza, de la que hablé antes, que el Señor habló a

4 Moisés en el fuego; está en el lugar donde hay muchos hermi-

5 tajes y una iglesia al final del valle. Delante de esta

6 iglesia, hay un jardín muy agradable, con abundancia de a

7 agua excelente, y este arbusto está en el jardín.

8 8. On montre également tout à côté l’endroit où se tint saint

9 Moisés cuando Dios le dijo: «Desata la brida de tu herradura»,

10 y lo siguiente. Cuando llegamos a este lugar, era

11 la hora décima, y por eso, como ya era demasiado tarde

12 tarde, no pudimos realizar la oblación. Pero hicimos una

13 oración en la iglesia y en el jardín junto al arbusto, y

14 También se leyó este pasaje del libro de Moisés, según la costumbre.

15 Como era de noche, comimos un tentempié enseguida

16 en el jardín, delante del arbusto, con estos santos, y luego

17 pararon aquí a pasar la noche.

(Extracto de : Egeria, Diario de viaje, Sources Chrétiennes 296, 2017.)

mensaje para el 8 de mayo de 2023

Queridos peregrinos,

En vísperas de Semana Santa, me dirijo a ti con algunos detalles sobre nuestro viaje/peregrinación del próximo mes de octubre. En primer lugar, ya se ha formado y cerrado un grupo muy bueno, del que tú formas parte. Somos treinta personas. Juntos, vamos a explorar esta tierra santa de Egipto, atravesada primero por el pueblo de Israel en su camino hacia Canaán, visitada después por la Sagrada Familia, habitada por los primeros monjes e irrigada por la sangre de muchos mártires.

El pequeño equipo que os guiará y acompañará durante el viaje ha cambiado debido a circunstancias imprevistas. Al final, me acompañarán dos sacerdotes: el padre Matthieu Jannin, sacerdote de la diócesis de París, con quien he enseñado en el Colegio de los Bernardinos durante varios años; y el padre Rémi Duc-Maugé, Legionario de Cristo. Los tres, junto con nuestro guía egipcio local, compartiremos la palabra, ya sea para descubrir la historia de los lugares que visitaremos o para rezar y celebrar.

Para preparar el viaje, te enviaré algunas reflexiones. Encontrarás la primera a continuación. Hasta pronto para más noticias.

Emanuelle Pastore

La historia de las primeras peregrinaciones

No fue hasta el siglo IV cuando comenzó la historia de las peregrinaciones cristianas, ya fuera a Palestina, Siria o Egipto. Las peregrinaciones eran viajes a lugares considerados sagrados, visitados y venerados como tales. Antes de esta época, esta práctica era rara e incluso controvertida en el cristianismo. Esto puede verse ya en el Nuevo Testamento, en relación con la tumba de Cristo. Marcos, el más antiguo de los Evangelios, pone en boca del ángel la siguiente indicación: «Ha resucitado; no está aquí; éste es el lugar donde le pusieron». (Mc 16,6) Pero Lucas, que escribió una o dos décadas después de Marcos, transforma esta frase de manera significativa, evitando localizar el lugar del sepulcro y criticando esta práctica: «¿Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo? No está aquí, ha resucitado». (Lc 24,5-6) Para Juan, que escribió incluso más tarde, los verdaderos adoradores no adoran ni en Jerusalén ni en el monte Gerizim (los dos lugares santos por excelencia para judíos y samaritanos), sino «en espíritu y en verdad» (Jn 4,21).

Así pues, está claro que el cristianismo ha tendido, por diversas razones ligadas a su historia, a insistir en la naturaleza espiritual de su culto. Su templo es el cuerpo de Cristo, no un templo de piedra. Además, para una religión que aún no estaba legalmente reconocida, la práctica de venerar ciertos lugares no era ciertamente sencilla. Aunque sabemos demasiado poco sobre este periodo, podemos basarnos en el siguiente hecho: no conocemos ningún lugar santo venerado por los cristianos durante los siglos II y III. Aunque se considera que algunos lugares visitados posteriormente eran conocidos de antemano, se trataba de visitantes poco frecuentes que no acudían como «peregrinos», sino por motivos documentales (como Melitón de Sardes u Orígenes en el siglo II). No fue hasta el siglo IV cuando grupos de fieles viajaron al Monte de los Olivos de Jerusalén para rezar, por ejemplo, o cuando la gruta donde nació Jesús se mostró a los peregrinos en Belén.

El mismo fenómeno se produjo con los demás lugares mencionados en la Biblia -en Egipto conoceremos muchos de ellos-, pero también con las tumbas de los mártires y, más tarde, con las de las figuras consideradas santas. De este modo, se desarrolló gradualmente en Israel, Egipto, Jordania, Turquía y otros lugares una serie de sitios que atraían la devoción de los fieles. Esta geografía sagrada inspiró las peregrinaciones. La nuestra forma parte de esta tradición milenaria.