Queridos lectores, tengo el placer de presentaros este libro mío. Ha sido publicado en diciembre de 2021 por las ediciones Parole et Silence, París, Francia:

Bajo su modesta apariencia, el pequeño libro de Rut oculta un mensaje de rara profundidad. A través de la historia de dos mujeres corrientes, Rut y Noemí, se narra la extraordinaria vocación de Israel, desde su elección hasta su encuentro con las demás naciones. Para comprender cómo Rut la moabita se convirtió en la abuela del futuro rey David, necesitamos penetrar en el secreto de la misteriosa noche del capítulo 3 del libro. Pues fue en el corazón de aquella noche donde se decidió el futuro de Rut y el de su suegra, Noemí. ¿Cuál es la petición que Rut hace a Booz en la era, fuera de su vista? ¿Por qué Booz formula su respuesta como una promesa? Tendremos que esperar a que la noche se disipe y dé paso a la luz para que nosotros, los lectores, podamos descubrir, junto con Rut y Noemí, el desenlace de esta intriga.

El libro de Rut es uno de los pocos libros bíblicos que llevan el nombre de una mujer, y es el único -además- que lleva el nombre de una mujer pagana. Este hecho por sí solo basta para despertar la curiosidad de un lector perspicaz.

«Mujer», en primer lugar. Hay muchas mujeres -muchísimas, de hecho- en la literatura bíblica. Sin embargo, la mayoría de ellas siguen siendo desconocidas para el gran público y… ¡a veces incluso para los exégetas! Por eso, cuando pensamos en el estatus social de las mujeres en la Biblia, la reacción espontánea suele ser de desconfianza hacia los Libros Sagrados, que rápidamente se tachan de misóginos. Y con razón: varios textos ponen de relieve la condición inferior de la mujer, que se traduce en una condición subalterna. El contexto social en el que se produjeron estos relatos está tan alejado del nuestro y, además, resulta tan chocante para las mentes modernas y liberadas que somos, que nos apresuramos a juzgar los Libros Bíblicos como pertenecientes a una época pasada. Sin discutir los legítimos recelos que los lectores -sobre todo las mujeres- puedan tener ante estos textos, sería un error no considerar la otra cara de la realidad bíblica, que paradójicamente presenta personajes femeninos cuya audacia y valentía se exaltan. Estas mujeres triunfaron superando todos los obstáculos que les presentaba una sociedad altamente androcéntrica.

Medallón de la cripta de la Basílica de la Dormición, Jerusalén. Cristo está rodeado por varias mujeres de la Biblia: Judit a la izquierda, Rut en el centro y la reina Ester a la derecha. Foto: E. Pastore

Medallón de la cripta de la Basílica de la Dormición en Jerusalén. Cristo está rodeado por varias mujeres de la Biblia: Judit a la izquierda, Rut en el centro y la reina Ester a la derecha. Foto: E. Pastore

Entre estas mujeres, debemos mencionar en primer lugar a las matriarcas, siendo las principales Sara, Rebeca, Raquel, Lea y Tamar, que dieron a luz al pueblo de la promesa. Les siguió Miriam, la profetisa, que entonó uno de los cantos de victoria más hermosos de Israel tras salir de Egipto. Luego se levantó Débora, juez de Israel. Dirigió a diez mil hombres que siguieron a Barac y derrotaron a los cananeos. Otras mujeres fueron verdaderas heroínas, como Ester, Judit y Susana, por citar sólo algunas. Mucho más numerosas son aquéllas a las que nunca se les da la palabra, o incluso aquéllas cuyos nombres no se conocen, pero que sin embargo son eslabones esenciales en la cadena de la historia del pueblo elegido y, por tanto, en la historia de la salvación.

Ein Kerem, Basílica de la Visitación. Las mujeres de la Biblia son los pilares de la iglesia. Photos: E. Pastore

Sin embargo, Rut se diferencia de estas figuras en que es moabita. Destacar su origen es subrayar el hecho de que es una «pagana». En la Biblia, la mujer extranjera evoca a menudo un peligro que Israel intentaba combatir: la idolatría. Recordemos que Salomón se apartó del Señor porque había amado a muchas mujeres extranjeras. Pero tampoco debemos olvidar que, antes del pecado del rey, la reina de Saba, una misteriosa extranjera en busca de sabiduría, apareció un día en la corte y se fue a casa bendiciendo al Dios de Israel. Del mismo modo, aunque el libro de los Proverbios advierte contra la mujer extranjera, acusándola de ser «amarga como el ajenjo» y «afilada como espada de dos filos», porque conduce a la muerte y al infierno (Pr 5,2-6), el mismo libro se cierra con un elogio de la mujer perfecta (Pr 31). Curiosamente, en el canon de la Biblia hebrea, el libro de Rut viene precisamente después del capítulo 31 del libro de los Proverbios, lo que convierte a Rut en el paradigma viviente de la mujer «fuerte» (Pr 31,10; Rt 3,11) o de la mujer «que supera a todas las demás mujeres» (Pr 31,29). Estas observaciones deberían bastar para recordarnos que la Biblia es una realidad mucho más compleja de lo que a menudo queremos creer, y para animar a leerla a quienes estén dispuestos y deseosos de enfrentarse a las dificultades que plantea.

El pequeño libro de Rut presenta a una de las figuras más luminosas entre las mujeres bíblicas extranjeras. Se la reconoce como una de las más grandes matriarcas que literalmente «construyeron» el pueblo de Israel (Rt 4,11), porque es la bisabuela del rey que reinó sobre todo Israel, David (Rt 4,17). A primera vista, la sencillez de su historia podría no revelar las razones de tal honor. Pero está lejos, muy lejos, de ser una simple historia de… ¡una «buena mujer»!

Aunque toda la historia se basa en el apego mutuo de dos mujeres, Noemí y Rut, a nadie se le escapará lo que las distingue: la primera es israelita y la segunda moabita. Como sugiere el escritor, la fidelidad que las une refleja la relación que debe reinar entre Israel y las naciones. Además, a partir del capítulo 3, esta relación se duplica con la promesa de una alianza matrimonial entre Booz el israelita y Rut la extranjera. Este compromiso previsto, que tiene lugar «en medio de la noche» en la era, se expresa en términos misteriosamente similares a los utilizados habitualmente para describir la alianza entre Dios y su pueblo.

Al fin y al cabo, quizá el libro de Rut no trate principalmente de comprender cómo una mujer extranjera, en contra de las costumbres de su época, pudo concertar un matrimonio por su propia voluntad con un israelita. Quizá no se trate principalmente de comprender si la ley de «redención» invocada por Rut para que Booz se casara con ella es o no de naturaleza levítica… Quizá no se trate principalmente de saber en qué condiciones las mujeres extranjeras pueden integrarse en el pueblo elegido en una época determinada. En resumen, quizá el problema central del libro de Rut no sea primordialmente, como quieren hacernos creer muchos comentarios exegéticos, una discusión sobre las prescripciones de la Ley en una época determinada.

Sin pasar por alto estas cuestiones, podemos ver que el problema parece desplazarse hacia otro centro: la «bondad» (ḥẹsẹḏ). Se trata de un atributo divino o humano que ocupa un lugar destacado en el relato. Ahora bien, observamos que siempre es la bondad de las mujeres la que suscita y conduce a la bondad del propio Dios y a la de Booz. Así pues, sería no sólo reductivo, sino erróneo, considerar a las mujeres del libro de Rut únicamente como objetos de una especie de transacción económica entre hombres en el capítulo 4… Pues son ellas las que deciden, las que suscitan, las que conducen; en definitiva, son ellas las que impulsan no sólo toda la acción del relato, sino que son ellas las que hacen posible el advenimiento mesiánico discretamente evocado en nombre de David al final del libro. Son las condiciones para que se cumpla el plan de Dios para Israel y, a través de Israel, para las naciones.

Si no lo vemos claro, es porque todo ocurre… ¡en el secreto de la noche! Rut va al encuentro de Booz por la noche (Rt 3:2), en secreto (Rt 3:7), y es de nuevo cuidando de no ser vista como se marcha antes del amanecer (Rt 3:14). Si la noche es a menudo la guardiana de muchos secretos, también es portadora de una promesa, pues al final siempre da paso a la luz. Intentemos entrar en el misterio de esta noche para descubrir la gracia que prepara.

Queridos lectores, tengo el placer de presentaros este libro mío. Ha sido publicado en diciembre de 2021 por las ediciones Parole et Silence, París, Francia:

Bajo su modesta apariencia, el pequeño libro de Rut oculta un mensaje de rara profundidad. A través de la historia de dos mujeres corrientes, Rut y Noemí, se narra la extraordinaria vocación de Israel, desde su elección hasta su encuentro con las demás naciones. Para comprender cómo Rut la moabita se convirtió en la abuela del futuro rey David, necesitamos penetrar en el secreto de la misteriosa noche del capítulo 3 del libro. Pues fue en el corazón de aquella noche donde se decidió el futuro de Rut y el de su suegra, Noemí. ¿Cuál es la petición que Rut hace a Booz en la era, fuera de su vista? ¿Por qué Booz formula su respuesta como una promesa? Tendremos que esperar a que la noche se disipe y dé paso a la luz para que nosotros, los lectores, podamos descubrir, junto con Rut y Noemí, el desenlace de esta intriga.

El libro de Rut es uno de los pocos libros bíblicos que llevan el nombre de una mujer, y es el único -además- que lleva el nombre de una mujer pagana. Este hecho por sí solo basta para despertar la curiosidad de un lector perspicaz.

«Mujer», en primer lugar. Hay muchas mujeres -muchísimas, de hecho- en la literatura bíblica. Sin embargo, la mayoría de ellas siguen siendo desconocidas para el gran público y… ¡a veces incluso para los exégetas! Por eso, cuando pensamos en el estatus social de las mujeres en la Biblia, la reacción espontánea suele ser de desconfianza hacia los Libros Sagrados, que rápidamente se tachan de misóginos. Y con razón: varios textos ponen de relieve la condición inferior de la mujer, que se traduce en una condición subalterna. El contexto social en el que se produjeron estos relatos está tan alejado del nuestro y, además, resulta tan chocante para las mentes modernas y liberadas que somos, que nos apresuramos a juzgar los Libros Bíblicos como pertenecientes a una época pasada. Sin discutir los legítimos recelos que los lectores -sobre todo las mujeres- puedan tener ante estos textos, sería un error no considerar la otra cara de la realidad bíblica, que paradójicamente presenta personajes femeninos cuya audacia y valentía se exaltan. Estas mujeres triunfaron superando todos los obstáculos que les presentaba una sociedad altamente androcéntrica.

Medallón de la cripta de la Basílica de la Dormición, Jerusalén. Cristo está rodeado por varias mujeres de la Biblia: Judit a la izquierda, Rut en el centro y la reina Ester a la derecha. Foto: E. Pastore

Medallón de la cripta de la Basílica de la Dormición en Jerusalén. Cristo está rodeado por varias mujeres de la Biblia: Judit a la izquierda, Rut en el centro y la reina Ester a la derecha. Foto: E. Pastore

Entre estas mujeres, debemos mencionar en primer lugar a las matriarcas, siendo las principales Sara, Rebeca, Raquel, Lea y Tamar, que dieron a luz al pueblo de la promesa. Les siguió Miriam, la profetisa, que entonó uno de los cantos de victoria más hermosos de Israel tras salir de Egipto. Luego se levantó Débora, juez de Israel. Dirigió a diez mil hombres que siguieron a Barac y derrotaron a los cananeos. Otras mujeres fueron verdaderas heroínas, como Ester, Judit y Susana, por citar sólo algunas. Mucho más numerosas son aquéllas a las que nunca se les da la palabra, o incluso aquéllas cuyos nombres no se conocen, pero que sin embargo son eslabones esenciales en la cadena de la historia del pueblo elegido y, por tanto, en la historia de la salvación.

Ein Kerem, Basílica de la Visitación. Las mujeres de la Biblia son los pilares de la iglesia. Photos: E. Pastore

Sin embargo, Rut se diferencia de estas figuras en que es moabita. Destacar su origen es subrayar el hecho de que es una «pagana». En la Biblia, la mujer extranjera evoca a menudo un peligro que Israel intentaba combatir: la idolatría. Recordemos que Salomón se apartó del Señor porque había amado a muchas mujeres extranjeras. Pero tampoco debemos olvidar que, antes del pecado del rey, la reina de Saba, una misteriosa extranjera en busca de sabiduría, apareció un día en la corte y se fue a casa bendiciendo al Dios de Israel. Del mismo modo, aunque el libro de los Proverbios advierte contra la mujer extranjera, acusándola de ser «amarga como el ajenjo» y «afilada como espada de dos filos», porque conduce a la muerte y al infierno (Pr 5,2-6), el mismo libro se cierra con un elogio de la mujer perfecta (Pr 31). Curiosamente, en el canon de la Biblia hebrea, el libro de Rut viene precisamente después del capítulo 31 del libro de los Proverbios, lo que convierte a Rut en el paradigma viviente de la mujer «fuerte» (Pr 31,10; Rt 3,11) o de la mujer «que supera a todas las demás mujeres» (Pr 31,29). Estas observaciones deberían bastar para recordarnos que la Biblia es una realidad mucho más compleja de lo que a menudo queremos creer, y para animar a leerla a quienes estén dispuestos y deseosos de enfrentarse a las dificultades que plantea.

El pequeño libro de Rut presenta a una de las figuras más luminosas entre las mujeres bíblicas extranjeras. Se la reconoce como una de las más grandes matriarcas que literalmente «construyeron» el pueblo de Israel (Rt 4,11), porque es la bisabuela del rey que reinó sobre todo Israel, David (Rt 4,17). A primera vista, la sencillez de su historia podría no revelar las razones de tal honor. Pero está lejos, muy lejos, de ser una simple historia de… ¡una «buena mujer»!

Aunque toda la historia se basa en el apego mutuo de dos mujeres, Noemí y Rut, a nadie se le escapará lo que las distingue: la primera es israelita y la segunda moabita. Como sugiere el escritor, la fidelidad que las une refleja la relación que debe reinar entre Israel y las naciones. Además, a partir del capítulo 3, esta relación se duplica con la promesa de una alianza matrimonial entre Booz el israelita y Rut la extranjera. Este compromiso previsto, que tiene lugar «en medio de la noche» en la era, se expresa en términos misteriosamente similares a los utilizados habitualmente para describir la alianza entre Dios y su pueblo.

Al fin y al cabo, quizá el libro de Rut no trate principalmente de comprender cómo una mujer extranjera, en contra de las costumbres de su época, pudo concertar un matrimonio por su propia voluntad con un israelita. Quizá no se trate principalmente de comprender si la ley de «redención» invocada por Rut para que Booz se casara con ella es o no de naturaleza levítica… Quizá no se trate principalmente de saber en qué condiciones las mujeres extranjeras pueden integrarse en el pueblo elegido en una época determinada. En resumen, quizá el problema central del libro de Rut no sea primordialmente, como quieren hacernos creer muchos comentarios exegéticos, una discusión sobre las prescripciones de la Ley en una época determinada.

Sin pasar por alto estas cuestiones, podemos ver que el problema parece desplazarse hacia otro centro: la «bondad» (ḥẹsẹḏ). Se trata de un atributo divino o humano que ocupa un lugar destacado en el relato. Ahora bien, observamos que siempre es la bondad de las mujeres la que suscita y conduce a la bondad del propio Dios y a la de Booz. Así pues, sería no sólo reductivo, sino erróneo, considerar a las mujeres del libro de Rut únicamente como objetos de una especie de transacción económica entre hombres en el capítulo 4… Pues son ellas las que deciden, las que suscitan, las que conducen; en definitiva, son ellas las que impulsan no sólo toda la acción del relato, sino que son ellas las que hacen posible el advenimiento mesiánico discretamente evocado en nombre de David al final del libro. Son las condiciones para que se cumpla el plan de Dios para Israel y, a través de Israel, para las naciones.

Si no lo vemos claro, es porque todo ocurre… ¡en el secreto de la noche! Rut va al encuentro de Booz por la noche (Rt 3:2), en secreto (Rt 3:7), y es de nuevo cuidando de no ser vista como se marcha antes del amanecer (Rt 3:14). Si la noche es a menudo la guardiana de muchos secretos, también es portadora de una promesa, pues al final siempre da paso a la luz. Intentemos entrar en el misterio de esta noche para descubrir la gracia que prepara.