¿Quién era Poncio Pilato?
Según la tradición, Poncio Pilato era un caballero romano del clan samnita de los Poncios (de ahí su nombre latino, Poncio Pilato). En el año 26 d.C., el emperador Tiberio, por consejo de su favorito Sejano, que protegía a Pilato, lo nombró procurador de Judea, o más bien prefecto, según una inscripción descubierta en Cesarea (véase más adelante).
Sin embargo, Pilato se granjeó la enemistad de los judíos, que le acusaron de insultar sus sentimientos religiosos: se decía que había permitido que se exhibieran imágenes del emperador en Jerusalén y que había acuñado monedas con símbolos religiosos paganos. Tras la caída y ejecución de Sejano en el año 31, Pilato se encontró aún más expuesto a las duras críticas de los judíos. Éstos, quizá aprovechándose de su vulnerabilidad, consiguieron que confirmara la sentencia de muerte dictada contra Jesús de Nazaret por el Sanedrín (Juan, XIX, 12).
Además, Poncio Pilato era un hombre violento y cruel que reprimía todo malestar popular. Tiene la ferocidad de los políticos temerosos, pero los Evangelios suavizan considerablemente su retrato. De hecho, se trata de un prejuicio para preservar el poder romano y culpar a los judíos de la condena de Jesús. En el año 40 d.C., el rey Agripa I trazó un perfil más exacto de este hombre de carácter inflexible y despiadado, cuya crueldad había provocado su destitución unos años antes.
Durante una manifestación popular que protestaba contra la apropiación indebida de parte del tesoro del Templo para construir un acueducto, según Flavio Josefo, Pilato hizo que soldados vestidos de paisano se infiltraran entre la multitud y, a su señal, golpearon salvajemente a los alborotadores. Parece que murieron muchas personas (Guerra judía 2.175-177). La masacre de los galileos de Lucas (Lc 13,1) es de naturaleza similar.
En el año 36 d.C., los samaritanos denunciaron a Pilato ante Vitelio, el legado sirio, después de que su reunión en el monte Gerizim hubiera sido duramente reprimida. Llamado de nuevo a Roma para ser juzgado por crueldad y opresión, y en particular por ejecutar a hombres sin un juicio adecuado, Poncio Pilato fue depuesto.
Pilato blandía el garrote con facilidad; pero también sabemos que no le entusiasmaba servir a los caprichos de los dirigentes judíos, a los que detestaba cordialmente. Por eso, la oferta de liberar a un prisionero el día de la fiesta de Pascua llegó en el momento oportuno, pues ofrecía la posibilidad de elegir entre Jesús el Nazareno y Jesús Barrabás, cuyo nombre la mayoría de los manuscritos escriben mal, pero que también se llamaba Jesús (Mt 27,17). ¿Cuál era: Jesús el Nazareno o Jesús Barrabás?
El carácter del propio hombre sólo puede deducirse de relatos judíos y cristianos posteriores, en particular los del historiador judío Flavio Josefo y el Nuevo Testamento. Las descripciones de Josefo, aparentemente coherentes, lo presentan como un líder romano impetuoso, estricto y autoritario que, aunque racional y pragmático, nunca sabe hasta dónde puede llegar, provocando la revuelta entre los judíos y los samaritanos.
Según el Evangelio de Nicomedes, un relato apócrifo del siglo IV, fue asesinado por orden del emperador Calígula en el año 39 d.C.
El Nuevo Testamento retrata a Pilato como un hombre débil e indeciso. Al ver que la multitud prefería que soltaran a Barrabás antes que a Jesús en Pascua (Mc 15,6), Pilato cedió. Cuando su mujer le informó de que aquel hombre le había atormentado en sueños (Mt 27,19), se lavó las manos respecto a la condena a muerte, culpando al emperador.
Es más probable que Pilato fuera un hombre sin escrúpulos. Era astuto. Fingió ceder al voto popular (¡crucifícale!), aunque la decisión final era suya y sólo suya. Así que concluyó el juicio con una sentencia de muerte. El «titulus» fijado en la cruz, este signo que indica el delito, lleva, según la información unánime de los Evangelios: Rey de los Judíos. Por tanto, podemos identificar, en el derecho romano, qué ley se aplicó al caso de Jesús: se trata de la «Lex Juliae de majestate», que castiga con la muerte la alta traición contra el Estado, una ley que los gobernadores utilizaron ampliamente. Jesús fue condenado por rebelión contra la autoridad imperial.
La Piedra de Cesarea
En 1961, durante unas excavaciones en el teatro de la ciudad herodiana de Cesarea Marítima se descubrió una piedra grabada con el nombre de Poncio Pilato.
Data de entre los años 26 y 36 d.C.
La piedra La piedra inscrita es relativamente pequeña (82 cm de alto, 68 cm de ancho y 21 cm de grosor); se reutilizó como peldaño de una pequeña escalera en época bizantina (siglos V-VI), dando acceso a las gradas desde la orchestra. Este uso secundario explica por qué el lado izquierdo de la inscripción fue completamente rectificado para permitir la inserción de la piedra en la base de la escalera; esto provoca necesariamente cierta incertidumbre en cuanto a la reconstrucción completa de la inscripción.
Foto : E. Pastore
El texto constaba de cuatro líneas; de la cuarta línea sólo queda un acento agudo. Sin embargo, la mitad del lado derecho está muy bien conservada. He aquí el texto y la traducción [el texto está incompleto; las partes restauradas figuran entre corchetes]:
Tiberio
= Tiberieum (edificio en honor del emperador Tiberio)
[Po]ncio Pilato
= Poncio Pilato
[praef]ectus Iudae
= Prefecto de Judea
La «S» delante de Tiberio puede ser lo que queda de una palabra que se refiere a los habitantes de Cesarea. Pero, ¿qué podría ser un Tiberio? El nombre se refiere obviamente al emperador Tiberio (14-37 d.C.), hijo adoptivo y sucesor de Augusto. El acento agudo en la E indica que se trata de un monumento que lleva el nombre del emperador. Pero, ¿qué tipo de monumento es?
Cualquiera que se interese por esta inscripción pensará inmediatamente en un templo dedicado al «divino Tiberio». Sabemos que Augusto fue deificado pocos días después de su muerte, y que Tiberio se encargó de que se le construyeran templos y se organizara su culto. Inmediatamente surgieron movimientos para deificar al propio Tiberio en vida. El emperador se resistió cortésmente a este deseo, declarando que sólo después de su muerte se podía honrar de este modo a un emperador, si había sido un buen emperador; sin embargo, no siempre se respetaron sus deseos. Pero la propia redacción del texto descarta tal posibilidad: para que fuera un templo, Tiberio tendría que ser mencionado como destinatario (en latín, su nombre tendría que ser un dativo como Tiberio) del monumento, lo que no es el caso. Así pues, él no recibe el monumento; sólo se utiliza su nombre para definirlo, del mismo modo que utilizamos el nombre del rey Mausoleo de Halicarnaso para designar un monumento funerario: mausoleo. Por tanto, es más probable que pensemos en un edificio civil que Poncio Pilato acababa de hacer construir; mostraba al emperador su respeto dándole su nombre. El tamaño relativamente pequeño de la inscripción confirma esta interpretación; una inscripción dedicatoria que identificara un templo dedicado a Tiberio tendría que ser mucho mayor. Por eso Lemonon sugiere que podría tratarse de una plaza pública, un edificio administrativo o incluso una columnata, ya que un pórtico de Afrodisias, en Asia Menor, se llamaba Tiberium. Por tanto, el verbo que expresa la acción de Pilato, escrito en la cuarta línea, debe ser un FÉCIT («hizo»), y no un DEDICAVIT («dedicó»), como sugiere la inmensa mayoría de los lectores.
Bajo los emperadores Augusto y Tiberio, el título de procurador sólo implicaba una autoridad limitada a la administración de las propiedades imperiales, lo que ciertamente no correspondía a la función ejercida por Pilato en Judea. Normalmente se le debería haber dado el título de prefectus (prefecto). De hecho, este título, inicialmente vinculado a una función militar en tiempos de César, implicaba el ejercicio del poder administrativo sobre una provincia, con jurisdicción civil y penal. Sólo bajo Claudio (41-54 d.C.) se utilizó también el título de procurator para cubrir el de præfectus. Por tanto, la inscripción pone fin al debate. Poncio Pilato era, en efecto, prefecto, y no simplemente procurador, como quieren hacernos creer los historiadores antiguos; éstos se limitaron a utilizar el título habitual en la época de su actividad literaria. En cuanto al Nuevo Testamento, puede simplemente testimoniar la flotación de los títulos hacia el final del reinado de Tiberio y antes del advenimiento de Claudio, que conservó únicamente el de procurador para sus administradores de provincias como la de Judea. Así podemos traducir esta inscripción mutilada: «Para los habitantes de Cesarea un Tiberio… Poncio Pilato… prefecto de Judea… ha hecho».
Un anillo grabado
Otro descubrimiento más reciente atestigua la presencia de este Poncio Pilatos, en una posición de gobierno, en la región donde vivió Jesucristo. El diario israelí Haaretz, con fecha de 29 de noviembre de 2018, revela que el nombre de Poncio Pilatos ha sido identificado en un anillo hallado hace 50 años en la región de Belén, en Judea.
¿Por qué estamos hablando de la inscripción de este anillo, casi medio siglo después de que lo descubriera el arqueólogo israelí Gideon Foerster en 1969, en el yacimiento de Herodión, la colina que contiene la tumba del rey Herodes el Grande? En aquel momento, los arqueólogos no pudieron detectar que había una inscripción en el anillo. Para revelar la inscripción, tuvieron que utilizar una técnica ultramoderna llamada Imagen por Transformación de Reflectancia (RTI). Esta tecnología produce una imagen dinámica a partir de una serie de fotografías frontales bajo distintas condiciones de iluminación artificial. Al girar la imagen mostrada en una pantalla de ordenador, podemos ver las profundidades más ínfimas, revelando marcas de pintores, letras borradas bajo el texto de manuscritos, grafitis, petroglifos, monedas… y sellos.
El anillo ha sido examinado por expertos de la Universidad Hebrea de Jerusalén. Las letras que contiene están en griego antiguo y forman el nombre «Pilatus». Las palabras rodean la imagen de un recipiente de vino.
El profesor Dany Schwartz, de la Universidad Hebrea, señala que lo más probable es que el nombre se refiera al personaje mencionado en los Evangelios. Pilato era un nombre muy poco frecuente en la Palestina del siglo I -señala el arqueólogo-. No conozco ningún otro Pilato de la misma época. Y la factura del anillo indicaría que perteneció a una persona rica y de alto rango.
Se trata de un anillo de sello, un objeto común en la época, utilizado para sellar cartas y documentos oficiales con un sello de cera. «Los investigadores creen que lo utilizaba el gobernador en sus actividades cotidianas, o que pertenecía a uno de sus funcionarios o a alguien de la corte, que lo habría usado para firmar con su nombre».
Otra pista, que quizá apoye la hipótesis de que el objeto está asociado al Poncio Pilato de las Escrituras, es el hecho de que este tipo de anillo era característico de los representantes del orden ecuestre en la antigua Roma. Un grupo de ciudadanos al que pertenecía el gobernador.