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2008 El nombre de Dios
Carta del Cardenal F. Arinze a las Conferencias Episcopales
28 de junio de 2008
En la liturgia, cuando aparece el Nombre de Dios, el tetragrammaton YHWH, ya no se vocaliza como «Yahvé», sino que se sustituye por «el Señor» o Dios, como ha pedido el Santo Padre desde 2001.
Los textos del Magisterio Romano se aplican a la liturgia, pero por extensión podrían aplicarse a los documentos catequéticos, pues no se trata de nombrar lo indecible.
La realidad designada por el tetragrámaton está infinitamente más allá.En 2001, «por directiva del Santo Padre», la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos declaró: «De acuerdo con una tradición inmemorial, ya evidente en la Septuaginta, el nombre de Dios Todopoderoso, expresado en hebreo como el Tetragrammaton y traducido al latín como Dominus, debe traducirse en cada lengua vernácula por una palabra del mismo significado.
Esta directiva fue recordada el 29 de junio de 2008 en una carta a las Conferencias Episcopales y puesta en práctica en octubre de 2008 por el Sínodo de los Obispos sobre la Palabra de Dios en la vida y la misión de la Iglesia.
Por tanto, el Tetragrámaton se traduce como «el Señor».
2008 Los orígenes de la teología occidental y las raíces de la cultura europea
Discurso del Papa Benedicto XVI al mundo de la cultura, Collège des Bernardins, París
12 de septiembre de 2008
Esta tarde me gustaría hablarte de los orígenes de la teología occidental y de las raíces de la cultura europea.
He mencionado al principio que el lugar en el que nos encontramos es emblemático.
Está vinculado a la cultura monástica.
Los jóvenes monjes han vivido aquí para conocer a fondo su vocación y vivir su misión.
¿Este lugar sigue evocando algo para nosotros, o nos encontramos en un mundo que ya no existe?
Para responder a esta pregunta, debemos reflexionar un momento sobre la naturaleza misma del monacato occidental.
¿De qué se trataba?
Si consideramos los frutos históricos del monacato, podemos decir que durante la gran división cultural, provocada por la migración de los pueblos y la formación de nuevos órdenes estatales, los monasterios fueron lugares donde sobrevivieron los tesoros de la cultura antigua y donde, aprovechándolos, se fue formando una nueva cultura.
¿Cómo ocurrió esto?
¿Qué motivaba a las personas que se reunían en estos lugares?
¿Qué querían?
¿Cómo vivían?
2008 El pueblo judío y sus Sagradas Escrituras en la Biblia cristiana
Comisión Pontificia Bíblica
En su trabajo, la Comisión Bíblica no podía ignorar nuestro contexto actual, en el que la conmoción de la Shoah ha puesto toda la cuestión bajo una luz diferente. Han surgido dos problemas principales: ¿pueden los cristianos, después de todo lo ocurrido, seguir reivindicando tranquilamente ser herederos legítimos de la Biblia de Israel? ¿Tienen derecho a seguir proponiendo una interpretación cristiana de esta Biblia o no deberían más bien renunciar respetuosa y humildemente a una pretensión que, a la luz de lo ocurrido, debe parecer una usurpación? La segunda pregunta está relacionada con la primera: ¿la forma en que el propio Nuevo Testamento presenta a los judíos y al pueblo judío no ha contribuido a crear hostilidad contra el pueblo judío, lo que dio apoyo a la ideología de quienes querían aniquilar a Israel? La Comisión se planteó estas dos preguntas. Está claro que un rechazo del Antiguo Testamento por parte de los cristianos no sólo aboliría, como ya se ha indicado, el propio cristianismo, sino que tampoco favorecería una relación positiva entre cristianos y judíos, pues perderían precisamente ese fundamento común. Pero lo que debe resultar de lo ocurrido es un nuevo respeto por la interpretación judía del Antiguo Testamento. A este respecto, el Documento dice dos cosas. En primer lugar, afirma que «la lectura judía de la Biblia es una lectura posible que está en continuidad con las Sagradas Escrituras judías de la época del Segundo Templo, una lectura análoga a la lectura cristiana que se desarrolló paralelamente» (nº 22). Añade que los cristianos pueden aprender mucho de la exégesis judía, que se practica desde hace más de 2000 años; a cambio, los cristianos pueden esperar que los judíos se beneficien de la investigación de la exégesis cristiana (ibid.). Creo que estos análisis serán de gran utilidad para la continuación del diálogo judeo-cristiano, así como para la formación interna de la autoconciencia cristiana.
La cuestión de la forma en que se presenta a los judíos en el Nuevo Testamento se trata en la última parte del Documento, donde se aclaran cuidadosamente los textos «antijudíos». Aquí sólo quisiera subrayar un aspecto que me parece especialmente importante. El Documento muestra que los reproches dirigidos a los judíos en el Nuevo Testamento no son ni más frecuentes ni más virulentos que las acusaciones contra Israel en la Ley y los profetas, es decir, dentro del propio Antiguo Testamento (nº 87). Pertenecen al lenguaje profético del Antiguo Testamento y, por tanto, deben interpretarse como los oráculos de los profetas: advierten contra los errores contemporáneos, pero siempre son esencialmente temporales y siempre apuntan a nuevas posibilidades de salvación.
1997 El pueblo judío y sus Escrituras Sagradas en la Biblia cristiana
Discurso del Papa Juan Pablo II a la Pontificia Comisión Bíblica
11 de abril de 1997
El misterio de Cristo no puede expresarse plenamente sin recurrir al Antiguo Testamento. La identidad humana de Jesús se define por su vínculo con el pueblo de Israel, con la dinastía de David y la descendencia de Abraham. Y no es sólo una cuestión de pertenencia física. Al participar en las celebraciones de la sinagoga, donde se leían y comentaban los textos del Antiguo Testamento, Jesús también tomó conciencia humana de esos textos, alimentó con ellos su mente y su corazón, los utilizó en su oración y se inspiró en ellos en su comportamiento.
Se convirtió así en un auténtico hijo de Israel, profundamente enraizado en la larga historia de su pueblo. Cuando empezó a predicar y enseñar, recurrió abundantemente al tesoro de las Escrituras, enriqueciéndolo con nuevas inspiraciones e iniciativas inesperadas. Éstas, hay que señalarlo, no pretendían abolir la antigua revelación, sino, al contrario, llevarla a su perfecto cumplimiento.
1997 La interpretación de la Biblia en la Iglesia
Comisión Pontificia Bíblica
El descubrimiento de los manuscritos de Qumrán arrojó nueva luz sobre un gran número de problemas bíblicos y abrió nuevos campos de investigación.
Desde entonces, se han hecho muchos descubrimientos y se han desarrollado nuevos métodos de investigación y análisis.
Este cambio en la situación ha hecho necesario reexaminar los problemas.
La Pontificia Comisión Bíblica ha asumido esta tarea y presenta hoy el fruto de su trabajo, titulado «La interpretación de la Biblia en la Iglesia».Lo que te llamará la atención a primera vista de este documento es la amplitud de miras con la que está concebido.
Se examinan los métodos, enfoques y lecturas que se practican en la exégesis actual y, a pesar de algunas reservas que a veces son serias y deben expresarse, se acepta que en casi todos ellos hay elementos válidos para una interpretación integral del texto bíblico.La exégesis católica no tiene un método propio y exclusivo de interpretación, sino que, partiendo de la base histórico-crítica, libre de presupuestos filosóficos o de otro tipo contrarios a la verdad de nuestra fe, se sirve de todos los métodos actuales, buscando en cada uno la «semilla de la Palabra».
Otra característica de esta síntesis es su equilibrio y moderación.
En su interpretación de la Biblia, sabe armonizar la diacronía y la sincronía, reconociendo que ambas se complementan y son esenciales para sacar a la luz toda la verdad del texto y satisfacer las legítimas exigencias del lector moderno.Y lo que es más importante, la exégesis católica no se centra únicamente en los aspectos humanos de la revelación bíblica, lo que a veces es culpa del método histórico-crítico, ni tampoco sólo en los aspectos divinos, como querría el fundamentalismo; se esfuerza por sacar a la luz ambos, unidos en la «condescendencia» divina que sustenta toda la Escritura.
Por último, este documento subraya el hecho de que la Palabra activa de la Biblia se dirige universalmente, en el tiempo y en el espacio, a toda la humanidad. Si «las palabras de Dios… se han asemejado al lenguaje humano», es para que puedan ser escuchadas por todos. No deben permanecer distantes, «más allá de tus medios o fuera de tu alcance… Porque la Palabra está muy cerca de ti, está en tu boca y en tu corazón para que la pongas en práctica». Ésta es la finalidad de la interpretación bíblica. Si la tarea primordial de la exégesis es alcanzar el sentido auténtico del texto sagrado, o incluso sus diferentes significados, luego debe comunicar este sentido al destinatario de la Sagrada Escritura, que es, si es posible, toda persona humana.
1993 Centenario de la encíclica Providentissimus Deus y cincuentenario de la encíclica Divino Afflante Spiritu
Discurso del Papa Juan Pablo II
23 de abril de 1993
La Biblia ha ejercido su influencia a lo largo de los siglos.
Un proceso constante de actualización adapta la interpretación a la mentalidad y el lenguaje contemporáneos.
La concreción e inmediatez del lenguaje de la Biblia facilita mucho esta adaptación, pero su arraigo en una cultura antigua causa muchas dificultades.
Por tanto, es necesario volver a traducir constantemente el pensamiento bíblico al lenguaje contemporáneo, para que se exprese de forma adaptada a los oyentes.
Sin embargo, esta traducción debe ser fiel al original, y no puede forzar los textos para acomodarlos a una lectura o enfoque en boga en un momento dado.
Debe mostrar todo el brillo de la palabra de Dios, aunque esté «expresada con palabras humanas».Hoy en día, la Biblia se distribuye en todos los continentes y en todas las naciones. Pero para que tenga un efecto profundo, debe ser inculturada según el genio específico de cada pueblo. Tal vez a las naciones menos afectadas por las desviaciones de la civilización occidental moderna les resulte más fácil comprender el mensaje bíblico que a las que ya son insensibles a la acción de la Palabra de Dios a causa de la secularización y los excesos de la desmitologización.
En nuestro tiempo, es necesario un gran esfuerzo, no sólo por parte de los eruditos y predicadores, sino también por parte de los divulgadores del pensamiento bíblico: deben utilizar todos los medios posibles -y hoy en día hay muchos- para que se reconozca ampliamente el alcance universal del mensaje bíblico y para que su eficacia salvadora pueda verse en todas partes.
1979 La relación entre cultura y Revelación en los estudios bíblicos
Discurso del Papa Juan Pablo II a la Pontificia Comisión Bíblica
26 de abril de 1979
Las distintas culturas son capaces de ser vehículos de la Palabra de Dios, porque en ellas se inserta algo muy positivo, que es ya una presencia germinal del Logos divino. Del mismo modo, el anuncio de la Iglesia hoy no teme servirse de las expresiones culturales contemporáneas: de este modo, por una cierta analogía con la humanidad de Cristo, están llamadas, por así decir, a participar de la dignidad del mismo Verbo divino. Sin embargo, también se pone de manifiesto el carácter puramente instrumental de las culturas, que están sujetas a grandes cambios bajo la influencia de una evolución histórica muy marcada. Aclarar la relación entre las variaciones de la cultura y la constancia de la revelación es precisamente la ardua pero estimulante tarea de los estudios bíblicos y de toda la vida de la Iglesia.
1965 Dei Verbum
Constitución Dogmática sobre la Revelación Divina
Tres factores han contribuido al desarrollo de una Constitución sobre la Revelación.
El primero ha sido una nueva comprensión del fenómeno de la Tradición que, por diversas razones, se ha ido desarrollando gradualmente a lo largo del último siglo…..
El segundo factor decisivo en la elaboración de esta Constitución está relacionado con la aplicación del método histórico-crítico en la exégesis y las repercusiones teológicas de esta práctica….
El tercer factor decisivo es el más positivo: tiene que ver con el movimiento bíblico que, desde principios de siglo, no ha cesado de crecer, suscitando en gran parte del mundo católico una nueva actitud hacia la Sagrada Escritura, y con ella un mejor conocimiento y un recurso cada vez más decidido a sus enseñanzas en los campos de la teología y de la piedad.
Como ya había sucedido con el movimiento litúrgico, en los decenios anteriores al Concilio surgió una nueva realidad espiritual, que el Concilio no tuvo más que recoger, profundizar y extender a toda la Iglesia (en la medida en que esto estaba dentro de las atribuciones de un Concilio).LA CONSTITUCIÓN DEI VERBUM
I. La naturaleza de la revelación
La Revelación no se centra en la manifestación de «algo» -una serie de verdades-, sino de «Alguien» que se manifiesta para entrar en comunión con la humanidad.
El capítulo explica la preocupación de Dios que, a lo largo de los siglos, ha preparado el camino para el Evangelio. Así se nos ha revelado desde nuestros primeros padres hasta la etapa final, cuando nos habló por medio del Hijo. Por consiguiente, ya no tenemos que esperar a otra Revelación pública antes de la manifestación gloriosa de Jesucristo. Él es el mediador y la plenitud de toda la Revelación.
Dios se revela para salvar al hombre, para hacerle partícipe de su amistad y de su compañía. Éste es el sentido del Apocalipsis.
II. la transmisión de la Revelación divina
Dios quiso que lo que había revelado se transmitiera íntegramente para siempre. Por eso ordenó a los apóstoles que predicaran el Evangelio a todos los hombres. Este capítulo explica, en primer lugar, qué es la Tradición y, a continuación, analiza su relación con la Sagrada Escritura. También destaca el carácter único del depósito de la Revelación en sus dos formas: la Sagrada Tradición y la Sagrada Escritura, que juntas constituyen el depósito sagrado de la Palabra de Dios.
También se refiere al Magisterio de la Iglesia, que, según explica, no está por encima de la revelación, sino que tiene la función de interpretar con autoridad la palabra de Dios, ya sea oral o escrita. Así, la Tradición, la Escritura y el Magisterio de la Iglesia están unidos y vinculados, de modo que ninguno puede existir sin los otros.
III. La inspiración divina y la interpretación de la Sagrada Escritura
La Dei Verbum insiste en que la acción del Espíritu Santo ha obrado a través de los autores humanos para que se escriba todo y sólo lo que Dios quería.
Dios, en su admirable condescendencia, habla en la Escritura a través de los hombres y en lenguaje humano, y corresponde al intérprete de la Escritura estudiar cuidadosamente lo que los autores quisieron decir y lo que Dios quiso dar a conocer a través de esas palabras. Para aclarar estos conceptos, el tercer capítulo explorará este doble esfuerzo de comprensión que la Iglesia debe realizar para descubrir el verdadero sentido del texto sagrado.
IV. El Antiguo Testamento
Este cuarto capítulo traza el proceso histórico, contenido en el Antiguo Testamento, mediante el cual Dios prepara la salvación de la humanidad. También afirma la importancia del Antiguo Testamento porque contiene enseñanzas sublimes sobre Dios, tesoros de oración y el misterio de nuestra salvación. Por último, aborda la relación entre el Antiguo y el Nuevo Testamento, defendiendo la unidad entre ambos.
V. El Nuevo Testamento
La Palabra de Dios se encuentra en el Nuevo Testamento que, además de los cuatro Evangelios, incluye las cartas de Pablo y otros escritos apostólicos inspirados por el Espíritu Santo. Este quinto capítulo comienza declarando la excelencia del Nuevo Testamento, con especial referencia a los cuatro Evangelios.
A continuación defiende resueltamente la historicidad de los Evangelios: «La Santa Madre Iglesia ha defendido siempre y en todas partes con firmeza y la mayor constancia que los cuatro Evangelios mencionados, cuya historicidad afirma sin lugar a dudas, relatan fielmente lo que Jesús, el Hijo de Dios, viviendo entre los hombres, hizo y enseñó realmente para su salvación eterna hasta el día de su ascensión».
VI. La Sagrada Escritura en la vida de la Iglesia
El sexto y último capítulo comienza recordando la veneración que la Iglesia siempre ha tenido por la Sagrada Escritura y la importancia de conservar traducciones exactas. A este respecto, aprueba la traducción del Antiguo Testamento conocida como de los Setenta, al tiempo que honra las demás traducciones orientales y latinas, incluida la Vulgata.
A continuación trata de los deberes de los exégetas y teólogos en el estudio y explicación de la Sagrada Escritura, y concluye exhortando a todos los fieles, especialmente al clero, a leer asiduamente la Escritura, porque «ignorar la Escritura es ignorar a Cristo».
1943 Divino Afflante Spiritu
Carta encíclica del Papa Pío XII
Divino afflante Spiritu se ocupa de defender la interpretación católica contra los ataques que se oponen al uso de la ciencia por los exégetas y quieren imponer una interpretación no científica, llamada «espiritual», de las Sagradas Escrituras.
Divino afflante Spiritu se publicó poco después de una polémica, sobre todo en Italia, contra el estudio científico de la Biblia.
Había circulado ampliamente un panfleto anónimo que advertía contra lo que describía como «un gravísimo peligro para la Iglesia y para las almas: el sistema crítico-científico en el estudio y la interpretación de la Sagrada Escritura, con sus desviaciones y aberraciones desastrosas».En Divino afflante Spiritu, el Papa Pío XII constató la fecundidad de las directrices dadas por la Providentissimus Deus: «Gracias a un mejor conocimiento de las lenguas bíblicas y de todo lo que concierne a Oriente, … un buen número de las cuestiones planteadas en tiempos de León XIII contra la autenticidad, la antigüedad, la integridad y el valor histórico de los Libros Santos… están hoy desentrañadas y resueltas».
El trabajo de los exégetas católicos, «que han utilizado correctamente las armas intelectuales empleadas por sus adversarios», había dado sus frutos.
Y precisamente por eso, Divino afflante Spiritu se preocupa menos que Providentissimus Deus de combatir las posiciones de la exégesis racionalista.[14]Divino afflante Spiritu recomendaba especialmente que los exégetas estudiaran los géneros literarios utilizados en los Libros Sagrados, llegando a decir que la exégesis católica debe «adquirir la convicción de que esta parte de su tarea no puede descuidarse sin grave daño para la exégesis católica» . Esta recomendación se basa en la preocupación por comprender el sentido de los textos con la mayor exactitud y precisión posibles, y por tanto en su contexto histórico cultural. Una falsa idea de Dios y de la Encarnación empuja a cierto número de cristianos en la dirección opuesta. Tienden a creer que, siendo Dios el Ser absoluto, cada una de sus palabras tiene un valor absoluto, independiente de todos los condicionamientos del lenguaje humano. Según ellos, no hay por tanto necesidad de estudiar este condicionamiento para hacer distinciones que relativizarían el significado de las palabras. Pero esto es engañarse y negar, en realidad, los misterios de la inspiración escrituraria y de la Encarnación, aferrándose a una falsa noción de lo Absoluto. El Dios de la Biblia no es un Ser absoluto que, aplastando todo lo que toca, eliminaría todas las diferencias y matices. Es, por el contrario, el Dios Creador, que creó la asombrosa variedad de seres «cada uno según su especie», como dice una y otra vez el relato del Génesis. Lejos de destruir las diferencias, Dios las respeta y valora. Cuando se expresa en el lenguaje humano, no da a cada expresión un valor uniforme, sino que utiliza los matices posibles con extrema flexibilidad y acepta también sus limitaciones. ¡Esto es lo que hace que la tarea de los exégetas sea tan compleja, tan necesaria y tan apasionante! No se puede descuidar ninguno de los aspectos humanos del lenguaje. Los recientes avances en la investigación lingüística, literaria y hermenéutica han llevado a la exégesis bíblica a añadir muchos otros puntos de vista (retórico, narrativo, estructuralista) al estudio de los géneros literarios; también se ha pedido la contribución de otras ciencias humanas, como la psicología y la sociología.